Por Edgar Sánchez
Dicho que representa mucha de la idiosincrasia mexicana. Pero en especial la política mexicana. Imaginen ustedes, las recientes elecciones de los partidos hegemónicos como el Partido Revolucionario Institucional, Acción Nacional y el ahora difunto Partido de Revolución Democrática. Tuvieron los peores resultados; perdiendo en la mayoría de las candidaturas a gobernador, legisladores y diputados. Si alguien tenía la esperanza de que la triple alianza iba a resultar útil, ahora ya sabemos que no.El PRI, es el mayor perdedor. El desprestigio y sus actitudes de crear candidaturas de más de lo mismo, con los mismos personajes; genera un hastío que es impensable un voto hacia ellos. Por otro lado, PAN, con actitud de superioridad, de la campaña del desprestigio hacia los votantes, solo trajo consigo desilusiones. Pensemos, que la clase media del electorado, tiene la facultad de cambiar el rumbo de las elecciones, pero llamarlos chairos, huevones, ninis y negar los derechos a las comunidades de los movimientos LGBT. Es negar la realidad y los resultados, fue peor que todas sus pesadillas. El partido de Morena, tendrá juntos a sus aliados el control de la presidencia de República, la cámara de senadores y la Camara de Diputados. (Situación que asusta hasta el más optimista), la concentración del poder, solo trae consigo; traición, mala gestión y manipulación de las masas.Sin embargo, a pesar de todo lo horrible que parezca. Ni Alito Moreno, (presidente del PRI), Marko Cortés (PAN), han regulado sobre lo que se perdió, como si la soberbia fuera un antidoto de la realidad. No renunciaron, no le harán y Alito Moreno ha modificado la legislación para estar hasta 2032. Es decir, los partidos políticos se han conformado con ganar migajas y sentirse bien con eso.Mientras AMLO y ahora Claudia (virtual presidenta de la República), acumulan poder.